El ministro de Medio Ambiente de Bolivia cuestiona que el mercurio sea nocivo para la salud

“Yo jugaba con mercurio de niño”, justifica Rubén Méndez en un conversatorio organizado por el Gobierno y Naciones Unidas, entre otros

El ministro de Medio Ambiente y Agua de Bolivia, Rubén Méndez, causó asombro al cuestionar los efectos nocivos del mercurio usado en la minería sobre la salud humana. En el conversatorio La minería aurífera: el mercurio en cuestión, organizado por la vicepresidencia de Bolivia, Naciones Unidas y otras instituciones, dijo que cree que es cierto lo que alguien le contó, que después de mucho tiempo de contacto con la sustancia no tenía ningún síntoma. “Le creo porque soy de Potosí yhe vivido frente a la mina. Prácticamente vengo de los campamentos mineros y jugaba con mercurio de niño”. E insistió: “Por las calles de Potosí, cuando llueve, sigue corriendo mercurio. Los niños de Potosí siguen juntando mercurio en botellas para vender; no sé si están enfermos”.

El ministro anunció que va a comparar la información que él tiene con los datos de las universidades, el ministerio de Salud y otras instancias científicas para “realmente sacar datos verdaderos para ver hasta dónde está afectando el mercurio”.

Bolivia es minera desde desde los tiempos coloniales, se enorgullece de su gran riqueza mineral y su cultura es permisiva con la explotación de recursos naturales.En 2016, el país importó 238 toneladas de mercurio de diferentes partes del mundo y se convirtió en uno de los mayor compradores de esta sustancia tóxica en el mundo. Esta cantidad bajó en los últimos años, pero continúa siendo muy alta.

Varios análisis bioquímicos han concluido que los miembros de las comunidades indígenas esse ejja, lecos, mosetenes chimanes, tacanas y uchupiamona que viven en torno a dos ríos de la cuenca amazónica boliviana, el Madre de Dios y el Beni, tienen entre dos y siete veces más mercurio en el cuerpo que lo normal. Las evaluaciones del estado de salud de los indígenas mostraron pérdida de memoria, temblor en las manos y problemas sensoriales para un buen número de personas. Esto indica que su dieta, basada en pescado, los está envenenando.

Esta enorme compra de mercurio está directamente relacionada con el crecimiento de la minería del oro en los últimos años. Los mineros legales e ilegales usan mercurio, aunque se supone que los primeros lo hacen de manera más racional. En 2022, exportaron 3.000 millones de dólares de oro en bruto, la principal exportación del país por delante del gas. Una porción no cuantificada de este valor se origina en la reexportación de oro producido en el Perú y contrabandeado a través de Bolivia. Solo una parte ínfima de estos ingresos benefició al Estado, porque se supone que los productores hacen “minería de supervivencia” y por eso gozan de exenciones tributarias.

La “fiebre del oro” ha cambiado radicalmente esta actividad, considerada secundaria décadas atrás. Hoy existen mineros de todos los tamaños, desde humildes operadores de las dragas que obtienen un salario por un duro trabajo físico y se arriesgan a intoxicarse con mercurio, hasta grandes inversionistas nacionales y extranjeros que se camuflan como “cooperativistas” para eludir impuestos.

Los sindicatos de mineros tienen una importante fuerza política y han participado en los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS) en los últimos 17 años. Por eso la oposición duda de que el oficialismo tenga una verdadera voluntad de combatir la minería ilegal, que es la más contaminante, o de elevar los estándares ambientales que se exigen actualmente a las cooperativas que cuentan con concesiones en regla.

El organizador de la reunión en la que habló el ministro Méndez, el vicepresidente David Choquehuanca, estuvo detrás de una acción gubernamental contra la minería ilegal en el río Madre de Dios, en julio, que se justificó por la contaminación del río con mercurio. Se detuvo a 57 mineros y se hizo volar 27 dragas flotantes. “Se debe tomar todas las medidas necesarias para proteger la salud de nuestra población y preservar a nuestra Madre Tierra”, escribió entonces Choquehuanca.

FUENTE: EL PAÍS